La foto está tomada en Castro Urdiales el 18 de noviembre de 2023
Los avances científicos y tecnológicos solo tienen verdadero sentido si se interpretan bajo un prisma humanista que permita asegurar que el objetivo final no sea otro que el de mejorar la vida humana.
La vida en cuatro letras: claves para entender la diversidad, la enfermedad y la felicidad | Carlos López Otín
Somos cuerpo
El cuerpo es un continente esquivo, una geografía apenas presentida, una constelación de órganos y sistemas interdependientes que muestra su opacidad ante nuestra mirada miope. Es la sede incuestionable del ser. De él procede todo y todo con él acaba. Acostumbra a pasar desapercibido, silente, generoso en su admirable funcionamiento.
A veces, de pronto, y de manera inadvertida, profiere susurros que van in crescendo hasta rozar la queja, el desconcierto, la sorpresa. O se llena de humedades, o fríos o sombras inesperadas. Rastros imprecisos que no obedecen a un mero despliegue genético. Antes bien, derivan de un contexto que, como poco, los condiciona. No hay cuerpo sin contexto, que lo embadurna de humos, de brebajes, de carencias.
Somos cultura
Dada su naturaleza ignota es necesario el saber sobre el cuerpo. Un cuerpo que tan a menudo se desconoce (o se olvida tras el expediente del examen escolar). Porque se aprende a trompicones, a ciegas, de pasada, como si se tratara de un territorio ajeno, poblado de tejidos invisibles sin relación entre sí. Ceguera que, dicho sea de paso, reproducen las especialidades médicas en su obtusa exploración del órgano aislado, como si tuviera algún sentido al margen del mapa general.
La educación para la salud va siempre con retraso, acumulando deudas que resulta cada vez más difícil saldar. Una más de esas asignaturas siempre pendientes. Como si la salud, el bienestar, la armonía, no fueran el haber más valioso que atesoramos. Tan frágil, a la vez, que se duele ante cualquier descuido. Al igual que goza de la mirada atenta y no obsesiva del autocuidado.
Necesitamos una educación para la salud ilustrada, una cultura de la salud que ayude a intimar desde la infancia con los ritmos y latidos del cuerpo que somos; que permita reconocer y valorar sus fluidos, sus olores, sus sonidos, como parte sustancial de ese mágico proceso que es la vida. Y aplicarse a su cuidado con la alegría diligente de quien se sabe en presencia del milagro.
Juan Carlos Melero 