Habilidades psicosociales (1/12): Autogobierno

La foto está tomada por mí en Castro Urdiales.
La foto está tomada por mí en Castro Urdiales en febrero de 2014 y editada con Snapseed.

En la anterior entrada, 12 habilidades psicosociales para promover la autogestión y la presencia social, hablaba de doce posts en los que iría tratando sucesivamente cada una de ellas y otro hablando de la formación en este campo. Empecemos… por el principio: el autogobierno.

Conocer cómo piensas, sientes y actúas

«Conócete a ti mismo», decía el clásico. Pocas máximas tendrán mayor relevancia para la gestión de la propia vida. Y es que sin un adecuado acercamiento a las carácterísticas que la definen, cualquier persona navegará errática, sometida a la presión de influencias externas de todo tipo. Quién soy, cómo soy, cuáles son los principales rasgos que me definen, qué deseos me ponen en marcha, a qué pactos he llegado con mi pasado, cómo imagino el futuro… Son solo algunas de las preguntas a las que tengo que dar respuesta si quiero tener un razonable manejo de mi vida. Pero no se trata de un conocimiento meramente racional. Se trata también, y sobre todo, de una sintonía emocional por la que una persona capta íntimamente su manera de sentir, las reacciones que provocan en ella determinadas situaciones, experiencias, personas, etc. Como toda la experiencia humana, el autoconocimiento no puede entenderse como una mera habilidad cognitiva, sino que se encuentra impregnada por el estilo emocional de cada persona.

Somos pensamientos, afectos, relaciones

Una persona consciente de sí misma, que conoce su estilo cognitivo, siente con agrado su universo afectivo y disfruta su experiencia social, es una persona más libre para actuar, porque ha aprendido a desenvolverse por los vericuetos de su personalidad, cuestionando todo aquello que no le gusta. Es una persona con un mayor autodominio, con mayores posibilidades de actuar de acuerdo con su visión de la vida, con los valores en los que cree. Una persona, por tanto, menos sometida a los caprichos del azar, con un mayor autocontrol sobre su vida. Una persona, en fin, dueña de sí misma, que hace del autogobierno un rasgo definitorio frente a la vulnerabilidad a los caprichos ajenos. Sin que esto quiera decir que es una persona inmune al resto de la vida social. Es alguien que ni despliega dependencias patológicas con respecto a otras personas, ni reside en la fortaleza de un ego así desde el que observa despectivamente al resto de la humanidad. Sabe lo que quiere y lo que no; con quién colaboraría sin pensárselo dos veces y con quién no iría ni a heredar.

Conocerse no significa aceptarse de manera acrítica, dando por buenos cuantos rasgos vengan «de serie». Una persona que ha desarrollado la capacidad de autogobierno sabe y siente que se encuentra siempre en proceso de cambio, de maduración, sin ceder pasivamente al «soy así, qué le voy a hacer».

Autogobernarse para disfrutar

Una persona que se conoce, se trata con cariño y es dueña de sí misma, es una persona con mayor capacidad para gozar de la vida. Incluso en situaciones adversas, porque sabe que, salvo dramas desgarradores de los que ninguna persona está exenta, tiene en sí misma y en su entorno afectivo palancas suficientes como para sobreponerse (sin negarse a elaborar aquellos duelos que no pueda evitar). Una persona que ha desarrollado la habilidad de autogobernarse puede sufrir, como todas, desamores, dificultades económicas, limitaciones de uno u otro tipo… Y las sentirá, pero encontrará en sí misma y en las personas que conforman su mundo afectivo recursos para afrontarlas. Esto no tiene mucho que ver con la llamada psicología positiva, a la que me siento más bien ajeno (que no enemigo). No tiene que ver con vagas apelaciones a que todo está en el interior, nada ajeno puede dañarme, no me afecta la realidad sino el modo en que la proceso… Tiene que ver, por el contrario, con saber que, aunque cualquier persona es susceptible de padecer innumerables experiencias negativas que no siempre está en su mano controlar y que pueden dañarle, si se lo propone conscientemente puede afrontarlas con decisión y capacidad de cambio. Y salir fortalecido del envite.

El autogobierno, una habilidad que, como el resto de las que irán apareciendo por aquí, requiere de las demás habilidades psicosociales para ser efectiva. Una habilidad que nace del hecho de que una persona se conozca, se sienta, se relacione amablemente consigo misma, se sepa esencialmente cambio y desee estar al mando de esa transformación permanente que nos define. El autogobierno, un proceso radical de autocoaching. Sobre este asunto del cambio dejo aquí, para terminar, la presentación en las conferencias TED del psicólogo Dan Gilbert: «The psychology of your future self».