(…) la ciencia consiste en dudar sin tregua y la fe en no dudar nunca (…)
Enrabiados | Jorge Volpi
La ciencia avanza por ensayo y error. A partir del conocimiento preexistente se hace preguntas, se cuestiona, formula hipótesis razonables y diseña experimentos para confirmarlas o descartarlas.
De acuerdo con este modelo operaría la prevención del abuso de drogas basada en criterios científicos , explorando resultados de cuyo origen difícilmente cabría responsabilizar al azar.
Para no incurrir en una apelación mística a la ciencia en prevención, conviene reconocer algunas limitaciones que acotan su práctica:
- La prevención no puede ser un acto de fe (el programa X funcionó en su día ergo funcionará siempre y en cualesquiera circunstancias y latitudes). Por el contrario, ha de verse reformulada con cierta regularidad.
- La prevención no es una estación de llegada. Como mucho, y con suerte, un apeadero provisional, una meta volante en la que parar para tomar notas y reflexionar.
- La prevención no refleja a ciencia cierta una realidad objetiva. Antes bien, está sujeta al principio de incertidumbre que, al simular dicha realidad en modelos y prototipos, en parte la mutila y la reinventa.
- La prevención no es un abanico acabado de actuaciones, sino una panoplia pasajera de herramientas, por definición inacabable, porque las ciencias en las que aspira a basarse aportan inevitablemente un conocimiento situado, fruto en buena medida de los contextos sociales mudables en los que las drogas se consumen y la prevención se ensaya.
La llamada un tanto pretenciosamente ciencia de la prevención (más prudente y atinado sería hablar de prevención inspirada en el saber científico disponible) lleva inscrita en su código genético su propia caducidad, ya que solo puede sostener su relato hasta que las condiciones sociales permiten otra narrativa.
Por todo esto, resulta como mínimo presuntuosa la pretensión de congelar el saber, la praxis y la cultura preventiva en registros, protocolos, estándares y otras fórmulas, aquejadas de una inevitable obsolescencia.
Y nadie podría captar la realidad mirando en una sola dirección.
Pondré mi oído en la piedra hasta que hable | William Ospina
Juan Carlos Melero 