El viaje de Said: todo el mundo es migrante

Imagen de "El viaje de Said"
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Y la ventaja suprema de pertenecer a tantas tradiciones es la imposibilidad de alentar el orgullo de las razas puras, su soberbia y su intolerancia. William Ospina. Los nuevos centros de la esfera.

A nada que uno rasque con la uña en su pasado, encontrará más o menos próximo el cruce de caminos culturales que conforman su identidad actual. Cualquier amago de pureza étnica, además de absurdo resulta altamente improbable. Somos el reflejo «líquido» de un sinfín de culturas. Un inmenso mosaico en el que se hace impensable separar unos rasgos de otros. Sin embargo, a menudo y especialmente en épocas como la actual de «vacas flacas», se activa un mecanismo inconsciente de búsqueda de chivos expiatorios et voilà, el inmigrante (pobre) como opción inmediata. Pero las personas que se atreven a emigrar lo hacen solo en busca de mejores oportunidades (a veces, de oportunidades a secas). En un mundo hiperconectado, saben que en territorios cercanos al suyo, a pesar de crisis y otros contratiempos, se vive, en general, mejor. Y quieren probar fortuna.

De eso habla El viaje de Said, dirigida por Coke Rioboo, que ganó en 2007 el Goya al mejor cortometraje de animación. De eso y de algunas de las reacciones más negativas de las llamadas «sociedades de acogida», que se sitúan con frecuencia entre el rechazo, la discriminación, la xenofobia y la explotación. Y eso incluso cuando se trata de países de emigración, como es el caso de la España actual en el que tantas personas, jóvenes y no tanto, intentan buscarse la vida en otros países (europeos, latinoamericanos…)

Por eso merecen la pena, aunque no sean suficientes, campañas como Antirumores, promovida por Fundación ACSAR, o la iniciativa promovida por el Departamento de Empleo y Políticas Sociales del Gobierno Vasco con el eslogan Frena el rumor. Campañas orientadas a desactivar prejuicios que, sin otra base real que la imaginación y las habladurías, encorsetan en clichés a las personas que, procedentes de otros lugares del planeta, intentan rehacer sus vidas en el pequeño rincón del mundo que habitamos. Otro tanto cabe decir de propuestas como Identibuzz, desarrollada por Ubiqua, que buscan mostrar la diversidad real que hoy en día caracterizan la vida en nuestro pueblos y ciudades. Y sobran todas esas declaraciones políticas (?) que, buscando réditos electorales a corto plazo, extienden un velo de sospecha sobre quienes pretenden mejorar sus condiciones de vida.

Todas, todos, somos resultado original de diversas migraciones. Lo que actualmente vivimos es solo un paso más en este proceso dialógico de recreación permanente de identidades. Como escribí en Educar la empatía para construir una humanidad solidaria, artículo para el monográfico que, con motivo del Día internacional de las personas refugiadas 2013, publicó Global Education Magazine, «todo empezó en otro lugar».  Somos resultado provisional de este viaje.