Evidencia en prevención del abuso de drogas: entre el rigor y la flexibilidad

La foto está tomada en Castro Urdiales el 9 de diciembre de 2023

El pasado 12 de marzo estuve en Zaragoza invitado por el Centro Municipal de Prevención y Atención de las Adicciones, CMAPA, para dinamizar la jornada El valor de la evidencia en la prevención de adicciones, con alrededor de 40 profesionales de diversas disciplinas y sectores, integrantes de la Mesa de la Prevención.

Una buena ocasión para conversar acerca de la necesidad de dejar definitivamente atrás iniciativas supuestamente preventivas que no aportan resultados de su eficacia, y avanzar en el diseño de un mapa de la prevención de talante más riguroso. Sin olvidar por ello la necesaria flexibilidad en la adaptación de programas a la realidad específica en la que se vaya a intervenir. A partir de la certeza de que, seguir a pies juntillas una determinada práctica, por más evaluada que esté, puede no ser una buena idea cuando el contexto cambia. Rigor, sí, pero no rigor mortis.

En esta jornada compartimos información acerca de los siguientes ejes temáticos:

  • La realidad mejorable de la prevención: donde se presenta un cuadro general de la prevención que, en relación a la evidencia, puede sintetizarse en la sentencia: «son muchos los llamados y pocos los elegidos».
  • Hacia una prevención basada en la evidencia: donde se recuerdan los criterios nucleares de la llamada prevención de base científica, y se descarta que todo valga si la intención es buena.
  • Calidad en prevención: donde se hace un repaso por los estándares internacionales que vienen haciendo relativa fortuna a escala europea y global.
  • Programas que funcionan: donde se presenta los programas cuyas bondades les han llevado a ser reconocidos en registros de buenas prácticas de alcance español y/o europeo.
  • Mejorar nuestra cultura de evaluación: donde se hace un repaso somero sobre las distintas posibilidades de la evaluación que, a menudo, no se lleva a la práctica por el carácter abrumador con el que se presenta.

A modo de decálogo, las conclusiones de mi intervención recordaban las siguientes necesidades:

  1. Conocer bien el fenómeno (cambiante) a prevenir.
  2. Cuidar la perspectiva de género en las distintas fases de la intervención.
  3. Trabajar con un enfoque comunitario.
  4. Promover programas en los diversos ámbitos (escuela, familia, ocio…)
  5. Promover programas de distinto nivel de riesgo (universal, selectiva, indicada).
  6. Seleccionar programas de eficacia probada.
  7. Capacitar a las personas que los apliquen.
  8. Conjugar fidelidad y flexibilidad.
  9. Consolidar los programas efectivos bien valorados.
  10. Realizar algún tipo de evaluación.

Esperemos que la apelación obvia a la evidencia no derive en mero reclamo comercial, ni aturda con laberintos burocráticos lo que, a ciencia cierta, podría ser sencillo.